Marzo trae la primera telenovela que paraliza al país: “Rolando Rivas, taxista”, con Soledad Silveyra y Claudio García Satur. Más entrado el año se suceden hechos culturales de interés, como el lanzamiento del icónico álbum “Vida” de Sui Generis o la presentación de la película “La sonrisa de mamá”. Este 1972 es prolífico para la cultura, pero también tiene para destacar varios hechos a nivel social y político: el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) comienza su transición a un ejército guerrillero, la Revolución Argentina atraviesa sus últimos estadios, y Juan Domingo Perón regresa al país. La algarabía por lo último despierta en un treintañero Palito Ortega una inquietud y una esperanza, que se convierten en el canto de todo un país: “Yo tengo fe”.
Hablar de Ramón Bautista Ortega es hablar de un hombre exitoso; sin duda, es el tucumano más representativo que ha dado esta provincia en el plano artístico. En más de 65 años de trayectoria ha filmado 33 películas y ha vendido cerca de 30 millones de discos. Sus temas han atravesado generaciones; sus canciones -traducidas a diversos idiomas- hundieron raíces y se perpetuaron en el ADN de la música popular. “La felicidad”, “Despeinada”, “Viva la vida”, “Sabor a nada”... La lista es larga y, definitivamente, no hay argentino que no conozca al menos una de sus composiciones. Pero, ¿cómo llegó a su mente este himno de fe?
“Una canción es como un relámpago”, explicó él en una entrevista a revista Viva en 2017. Y uno de esos relámpagos fue “Yo tengo fe”. Es lo que en alemán algunos traducen como augenblick: un abrir y cerrar de ojos, o un momento único que no se repite. Así surgió una esta, una de sus canciones más emblemáticas; de la misma forma que encontró su mayor hit sin haberlo buscado. “En un momento sentí una cosa, algo. La primera nota de ‘La Felicidad’ me la dio la bocina de un auto, y yo seguí. Llegué a casa, agarré la guitarra y la escribí”, contó él este año a La Viola de TN.
La gente en las calles...
“Yo tengo fe” vio la luz a mediados de 1973, meses después del hecho que inspiró el canto. Este 2023 la canción cumplió 50 años de vida y, en este contexto, su autor ahondó en su memoria para relatarle a sus fanáticos la historia de este tema. “Nació, como tantas otras canciones, en un momento determinado... algo se dispara, algo que nos toca las fibras más íntimas o va hurgando por ahí, en nuestra memoria -relató Palito en un video publicado en sus redes sociales-. Yo venía por aquella avenida Cabildo (en Buenos Aires) y había una euforia en la calle que me llamaba la atención. Era la víspera del regreso del general Perón, después de tantos años de exilio. Y eso se manifestaba en la actitud de la gente en la calle. Había una gran esperanza; lo manifestaban en su mirada, en la alegría que tenían. Llegué a casa, tomé la guitarra, y creo que en 10 minutos ya la había escrito”.
“Todo el mundo creía que la vuelta de Perón era la gran solución argentina y eso lo traté de transmitir en la canción”, explicó Ortega en una entrevista para La Nación.
“Yo tengo fe” apareció por el fervor peronista en las calles, sí, pero Ortega no lo esbozó expresamente en la canción. “Cada uno la interpreta a su manera, o sea, que se tiene fe en el equipo de fútbol favorito, en la juventud peronista, en los radicales. Es decir que la escribí por la fe de la gente. Creo en ella”, dijo en una entrevista publicada por LA GACETA en 1973. Y así fue: en noviembre el tema ya había vendido 320.000 simples y 58.000 longplays. Y ese fue sólo el principio... Hoy, medio siglo después, se posiciona en el puesto número 4 de los temas más reproducidos de Ortega en Spotify.
Se escuchaba en todos lados y se cantaba en todos lados. De hecho, un extenso artículo de revista Gente analizó el fenómeno. “¿Por qué todo el mundo canta ‘Yo tengo fe’?” se preguntaron en aquel momento. La entonaban los estudiantes (con la esperanza de terminar el año escolar), la cantaban los deportistas (con su equipo favorito) y también los militantes de partidos políticos. Se convirtió en un himno. Según su autor, la canción representa superación, aliento, confianza, cancha y pueblo.
Expresiones de época
Era un momento histórico complejo, y las personas querían que todo cambie. “Es una canción de esperanza, pero está dicha con desesperación. En el fondo, yo creo que estamos quemando los últimos cartuchos. Y que si no tenemos fe, esa fe que yo canto, empezamos a cavar nuestra propia fosa. Es la última oportunidad del amor, de la fe. Si la perdemos se va a derramar mucha sangre. Y nada dolería más que eso”, dijo Ortega a Gente, en un reportaje en el que él mismo explicó verso por verso su composición.
“Yo tengo fe/ que todo cambiará”, dice al iniciar el tema, y se refiere a un cambio “que todos queremos, o que quiere la mayoría, por lo menos. El cambio se basa en una mayor justicia social”, explicó Palito. Cuando habla de esa sensación de que “triunfará por siempre el amor” es porque “el amor me parece el punto de partida, la actitud inicial del ser humano para cualquier proceso de cambio. Y, por supuesto, es aplicable a este proceso argentino. Cuando digo amor no hablo solamente de un hombre y una mujer tomados de la mano, hablo del amor que pone el pueblo en su lucha por la libertad”, indicó.
“Yo tengo fe que siempre brillará/ la luz de la esperanza no se apagará jamás”, sigue. “La esperanza es otra de las cosas que ha vuelto a aflorar en la piel de la gente -dijo en 1973-. Lo siento en la calle. En una manifestación o en la charla diaria con cualquier hombre o con cualquier mujer. Y cuando la esperanza prende, ya no hay posibilidad de equivocarse. La gente sabe qué quiere y adónde va”.
“Yo tengo fe” habla del amor, de la ilusión, de Dios y de un mundo de justicia. “Quiero un mundo de justicia, para que nadie se sienta marginado. Para que todos tengan las mismas posibilidades”, dijo. Con su canto, Palito buscaba (y busca, porque la canción siempre está en vigencia) que la gente nuevamente hable de ilusión, que se callen el odio y el dolor, y que el hombre pueda cantar “una canción de amor universal”. “Siento la necesidad de que el hombre cante; a través del canto se van rescatando un montón de cosas que los hombres nos vamos olvidando. Cantar es estar vivo, querer, denunciar, exigir, luchar y expresarse”, reflexionó.
¿De protesta?
Luchar y expresarse. En aquel tiempo se comenzó a debatir si el tema era o no una canción de protesta. Según el historiador Sergio Pujol (autor del libro “El año de Artaud. Rock y política en 1973”) Ortega fue el caso más sorprendente de ídolos de la canción romántica que incurrieron estas temáticas, justamente con “Yo tengo fe”. “Se cantó en muchas manifestaciones. Cuando hubo una amnistía para los presos políticos, realizaron una marcha donde se los podía ver, junto a sus familiares, cantando el tema. Un amigo me llevó hasta allí para poder escucharlos”, comentó Palito hace poco a La Nación. Pero él dijo, desde que lanzó el tema, que no es una canción de protesta. “Cuando escribí ‘Changuito cañero’ ya había en mí una necesidad de gritar para que el changuito cañero tuviera algo más que un jarro de mate cocido y un pedazo de pan al final de su día de trabajo -indicó en 1973-; además de ‘Despeinada’ y ‘La felicidad’, toda mi vida hice temas testimoniales; prefiero llamarles testimoniales, no de protesta”, dijo.
“Mis canciones no son de protesta -resaltó en una entrevista con la revista 7 Días-. Son, más bien, un poco lo que soy yo: un estado de ánimo permanente. Es cierto que cuando veo cosas que me conmueven, las escribo, pero en el fondo tengo un gran deseo de gritar y demostrar que no todo está podrido. Si la canción de protesta es auténtica, que sea bienvenida. Pero la gente no necesita escuchar canciones para darse cuenta de que existen miles de problemas. ¡Si abrís la puerta de tu casa y te encontrás a cada paso con ellos!”
“El artista debe tener compromiso, pero no hay que entenderlo como político. Se trata de autenticidad, de no hacer cosas fabricadas. Y ese es mi lenguaje, que es el de la calle, el que aprendí. A muchos le parece trivial, pero yo no estoy de acuerdo con los que dicen que mi música es para evadirse de los problemas, que no se compromete. El artista le tiene que dar al pueblo lo que él siente, no lo que el público quiere”, reflexionó.
En otros idiomas
El suceso fue tal, que la canción se tradujo a otras lenguas. Por el éxito que “La felicidad” había cosechado en Alemania, Ortega regresó a los estudios de RCA Victor para grabar una versión germana del tema del momento. Se la tituló “Ich glaube dass” (que se traduce como ‘Yo creo que’), para mantener la métrica original.
Es que la música de la canción está hecha con toda una intención: emocionar. Así como la alegría y la esperanza aumentan con cada verso, la música también. “Yo tengo fe” inicia con un bajo que se repite, mientras la voz de Palito suena más fuerte con cada palabra. Después de los primeros ocho compases, estalla el tema con otros instrumentos. La versión original posee arreglos de Oscar López Ruiz, uno de los integrantes del quinteto de Astor Piazzola. “Era un pequeño lugar de grabación en la calle Paraná donde me mostró el tema y me dijo: ‘este tema lo van a cantar hasta en las canchas’. Lo grabamos y fue un exitazo, claro. Palito es uno de esos artistas que tiene la varita mágica. Es muy vivo, todo lo que toca lo convierte en oro”, recordó en alguna entrevista López Ruiz y agregó: “gran parte de lo que se escucha atrás como orquesta soy yo tocando una especie de simulador que se había traído de los Estados Unidos y emulaba los sonidos de las cuerdas y las trompetas”.
La canción no sólo se hizo en alemán. También tuvo su doblaje al portugués, con una letra mucho más acertada y fiel a la lírica original. “Eu tenho fe”, se tituló, y salió al mercado brasilero en 1974. En ese mismo año, además, Ortega lanzó al cine la película “Yo tengo fe”, que sigue la trayectoria de Palito desde su llegada a Buenos Aires hasta su triunfo como cantante. El tema homónimo fue el protagonista, pero también resaltaron otras canciones ya exitosas como “Voy cantando”, “Sabor a nada y “Un muchacho como yo”. Parte del filme se realizó en su Tucumán natal.
Medio siglo después, “Yo tengo fe” todavía suena y se erige como un canto de esperanza que une generaciones. Incluso ahora, mientras Palito realiza su tour “Gracias” para despedirse de los escenarios. “Yo tengo fe” sigue y seguirá sonando, porque ya es un clásico de la música argentina.